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lunes, 21 de marzo de 2011

J.A. LLopart sobre Libia

Juan A. Llopart

No hace tanto tiempo – diciembre de 2007– que Gadafi era recibido en París con todos los honores de Estado por Sarkozy. Su “jaima” se instalaba al lado del Eliseo y el Sena se ponía a su disposición. Los negocios eran “los negocios”, y Gadafi interesaba a pesar de sus excentricidades. Nada importaban sus históricas arengas revolucionarias amenazando a “Occidente”, ni tan siquiera el atentado de Lockerbie. Hasta la izquierda “occidental” celebraba el encuentro y los millones de euros en inversiones que se habían “cocinado” entre ambos países.


Gadafi era bueno, tan bueno como lo era para algunos grupos de la izquierda radical española que hacían proselitismo del “libro verde” en sus puestos de propaganda o para otros que, en su día y según contaban, habían visitado al coronel para que subvencionara actividades del “Área” en España.


Gadafi, visitaba Italia, y por supuesto España… En efecto, el líder libio era recibido por Zapatero y el Rey Juan Carlos. Las ventas de armas españolas al régimen libio y las inversiones libias en España bien merecían agasajar a Gadafi y a su sequito de 300 personas, recibidos con la sonrisa hipócrita de mandatarios hipócritas. Los mismos que ahora preparan las bases militares de ocupación en España y su participación activa para derrocar al mandatario libio.


Moammar Gadafi no es más que un juguete roto para el Nuevo Orden Mundial, un quiste que hay que extirpar, como lo fue Noriega en Panamá, Saddam Hussein en Irak y tantos otros líderes de usar y tirar. Noriega sirvió hasta que empezó a ser incomodo. Saddam sirvió contra Irán hasta que empezó a ser molesto; Bin Laden y los integristas islámicos de Afganistán sirvieron mientras eran útiles al “Occidente anticomunista”. Gadafi servía mientras su dinero y su petróleo interesaban, pero… ¿Para qué aguantar a Gadafi si pueden seguir teniéndolo colocando a un títere en su lugar?


La independencia nacional de cualquier país es, hoy, un espejismo… si no es absolutamente pobre y nada tiene de beneficio para las grandes multinacionales. Así es, en ese caso, pueden matarse salvajemente entre ellos, puede reinar la corrupción y cualquier sátrapa puede gobernar impunemente. Las Naciones Unidas nada dirán.


El Nuevo Orden Mundial, de la mano de esa pantomima que son Naciones Unidas, hace y deshace a su antojo según sus intereses más inmediatos, porque la política internacional no se rige por Valores ni por Principios ni tan siquiera por amistades ni pactos, se rige por intereses… intereses, por supuesto, económicos. ¿Acaso la entrada de soldados saudíes en Bahrein para reprimir las protestas de sus ciudadanos no van en contra de los derechos humanos? ¿Acaso estas protestas no son tan lícitas como las libias? Claro, ¡Arabia Saudita es amiga de EEUU, y la revuelta es animada por chiítas, es decir amiga de Teherán! Así funciona la política internacional, así funciona el Nuevo Orden Mundial… luego lloraremos cuando algún fanático islámico o árabe (no tiene porque ser islamista) se explote así mismo en cualquier punto de Europa causando decenas de muertos ¿acaso no habrá sido “Occidente” amparado por sus gobiernos quienes habrán atacado antes a su gente solo por intereses económicos camuflados de “bonitas” palabras de paz y democracia?


¿Por qué nos empeñamos en querer imponer valores “occidentales” a otros pueblos y a otras culturas que se rigen con Valores distintos? La respuesta es fácil “Occidente” -que nada tiene que ver con Europa- no tiene Valores, tiene intereses, los intereses del yanqui-sionismo.

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